jueves, 18 de junio de 2009

Adiós

Qué feo es aspirarte un saludo: acercarte, y en el mismo momento en que tu mejilla va a tomar contacto con la otra, respirar para llegar, porque como siempre sucede te queda lejos su altura; justo cuando a ella se le ocurre decirte las últimas palabras. Vos estás inhalando y te tragás sus perfumadas palabras. Ese olor a desayuno lejano, amargo. Sentís como se pierde dentro de tu cuerpo, te invade. Finalmente por un buen rato optás por no tragar.
No me quiero imaginar si no desayunó, y peor aún si lo reemplazó por un puro.
Por eso elijo no saludar.

2 comentarios:

Agostina Cánova Kuessner dijo...

Que bueno es verte de vuelta por acá!! Hace tanto que no leía algo tuyo...!
En fin, espero que no se corte acá y que la producción siga constante.
Saludos!!

Janice Winkler dijo...

Muy bueno, Luli! Me gustó y pude sentir el desagradable aroma de una mañana con un puro como único desayuno.

Cómo vas? Cómo van las letras?

Besoss,
Jan